miércoles, 13 de febrero de 2008

Caos en Timor Oriental

El Presidente de Timor Oriental, José Ramos Horta, fue gravemente herido en un ataque en la madrugada del lunes. Trasladado a Australia para ser hospitalizado, ha dejado un país inerme e inestable. El primer ministro, Xanana Gusmao, se ha librado de otro intento de asesinato. Alfredo Reinado, director de los ataques, falleció abatido por la Policía Militar, que custodiaba la residencia del Jefe de Estado.

La residencia José Ramos Horta, en Dili, fue escenario de una refriega entre rebeldes y fuerzas de seguridad. El oficial rebelde Alfredo Reinado, director del atentado, falleció abatido en un tiroteo previo a la entrada de la vivienda. Una hora después, cuando volvía de realizar sus ejercicios matutinos, Horta fue alcanzado por disparos en el pecho y abdomen cerca de su casa.

Junto a las formales condenas del secretari general de la ONU, Ban Ki-moon, se manifestaron otros mandatarios internacionales. Entre ellos el Primer Ministro australiano, Kevin Rudd, temeroso de que la inestabilidad de Timor Oriental afecte a sus negocios petroleros en la isla. Rudd no dudó en defender la democracia como fuente de legitimidad en Timor, pese a que lo sucedido demuestra todo lo contrario: la democracia realmente existente no puede evitar que los gobernantes electos sean tiroteados ni la pobreza extrema y la subordinación que vive el país frente a terceras potencias como Australia.

El fatídico desenlace ha supuesto el cumplimiento de las amenazas formales que Alfredo Reinado había realizado recientemente contra José Ramos Horta y Xanana Gusmao. En rebeldía desde el año 2006, Reinado no veía con buenos ojos a un gobierno formado usurpando la voluntad popular, que había dado al Fretilin la victoria por mayoría simple. Paradójicamente, el mayor rebelde fue abatido por miembros de la Policía Militar que él mismo comandó no hace mucho.


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